21 de mayo de 2013

CUADRAGÉSIMA ESCENA

Me encuentro sentado en el restaurante donde nos habíamos citado con una copa en la mano, el reloj gira a las manecillas, y Hanna se encuentra retrasada; vuelvo a recordarla como una mujer puntual y me preocupo. No sé por qué tengo el presentimiento de que algo no está funcionado bien; se apodera de mí el típico desconsuelo que sospecho invade las mentes de los soldados cuando, luego de que han luchado con tanto esmero, cometen algún error en sus movimientos, y entonces son heridos en combate y empiezan a desangrarse a medida que su esperanza comienza a decaer al mismo tiempo que su cuerpo, hasta que se vencen por completo; después llega la muerte, y los saluda mientras ponen cara de sorpresa al no reconocerla, y al no saber actuar frente a ella y frente al nuevo camino desconocido que les espera. Cierro los ojos y alcanzo a ver a Hanna y su hermosa figura grabada como un tatuaje en mi memoria, esta vez, veo su rostro un poco diferente, y me asusto al pensar en que de repente mi cita con ella no será un éxito como lo deseaba; recuerdo a mi abuelo, y la forma en que trataba a mi abuela, y en ese mismo instante empieza a nacer dentro de mí una leve sensación de ternura; entonces, le pido a su recuerdo las fuerzas necesarias para enfrentarme a lo que me espera. Regreso a la imagen de Hanna, tengo muchos deseos de hacerla mía y de protegerla. Mi intuición sigue insistiendo en decirme que ella es un caso perdido para mis intenciones de enamorarla; aquella mujer esbelta que había tenido la fortuna de acariciar en tantas horas de ensayo, y posteriormente en mis fantasías, era casi una utopía; no sabía si era por la dificultad que encontraba en su carácter, qué podría convertirse en mi más grande barrera, o ese hombre nefasto que la acompañaba aquella noche en el teatro. ¿Será mi autoestima lastimada la que me ha hecho pensar de esa manera? Me pregunto sin hallar alguna respuesta. A medida que avanza el tiempo, me voy poniendo más tenso; siento pánico por el rechazo, y por ello veo que mis sueños comienzan a debilitarse, dejando una sensación de vacío en todo mi cuerpo, la misma que se desvanece cuando alcanzo a ver a Hanna atravesando la puerta del restaurante. Seis en punto de la tarde, empiezan a temblar mis manos, respiro profundamente, cuento hasta diez, trato de calmarme; Hanna se acerca a la mesa, me saluda con un beso y se sienta, logro recuperarme un poco cuando suspiro para mis adentros. No encuentro la manera de empezar nuestra conversación; me siento extraño al verme bloqueado para dirirgirme a una mujer como lo había hecho desde siempre y sin problemas. Ella comienza a preguntarme cosas vanas de mi vida, pregunta por mi familia, mi madre, mis amigos, yo le respondo sin pensar en otra cosa más que en la forma en que debía hacer mi nueva confesión. Ella se da cuenta y se detiene.

   -¿Te pasa algo Tom? Te noto preocupado.

   Llega mi momento.

   -Aunque te paresca ridículo lo que vas a escuchar, te pido el favor de que no te vayas a burlar de mí -le dije convencido de que mi memoria de galán seductor se había borrado por completo. En esta ocasión, ya me encontraba listo para jugar mi última carta.

   Hanna mostró una cara de sorpresa que nunca le había visto.

   -No sé en que momento sucedió, pero estoy enamorado de ti -le dije abruptamente, con la mirada de presa a punto de ser cazada

   Acto seguido, Hanna suelta una carcajada. Empiezo a sentirme indefenso, mis pies empiezan a temblar debajo de la mesa, levanto mi copa y me la bebo de inmediato, vuelvo la mirada sintiendo que había cometido algo peor que un crimen con mi autoestima, en realidad, nunca antes la había tenido tan baja.

   -¿Que tú estás enamorado de mí, Tom? ¡No puede ser! ¿Acaso de has vuelto loco? -ella continuaba riéndose, y yo ya no supe cómo seguir la conversación.
   -Si tú para mí eres casi un hermanito. ¿Cuándo creíste que podría verte como hombre? -continuaba riendo sin parar; parecía como chiste para ella. En ese instante quise levantarme de la mesa, y ella me detuvo.
   -No es para tanto Tom, no tienes que irte. En vista de tu insistencia y de la absurda confesión que me estás haciendo, quiero aprovechar este momento para decirte todo lo que pienso.
   -Discúlpame Hanna, yo pensé...
    -Yo pensé qué..., Tom, dime en qué momento insinué algún interés por ti como hombre, no niego que eres apuesto, pero en definitiva no me gustan los niños, y disculpa por decírtelo de esta manera, pero creo que éste es el momento más indicado para hacerlo.

   Mi sentimiento de tristeza se convirtió en angustia. La miré finamente a los ojos cuando empezaba realmente a sentirme muy molesto por aquel comentario, que no podría nunca salir de boca de una mujer tan madura como ella. Me sorprendí.

   -Explícate Hanna, no entiendo por qué utilizas esas palabras -intervine con el ánimo por el suelo.
   -Sí Tom, no había querido decírtelo antes porque nunca imaginé que salieras con esto, siempre me has parecido un infante dentro de un cuerpo de grande. ¿Acaso no te has dado cuenta de que actúas como niño? Tus amigos son el reflejo de ti mismo, mírate en ellos, son igualitos a ti. ¡No puedo creer lo que me estás diciendo!
    -¿Por qué me dices esto Hanna? No entiendo -le respondí temeroso.
   -Tom. Antes que nada quiero que sepas que te estimo y que me gustó la manera en que pudimos compenetrarnos en el baile, siempre busqué un hombre con quien tuviera gran empatía en escena, sabes que eso no es fácil de encontrar, pero independientemente de ello, siempre he notado que ésta no es tu verdadera carrera, no es tu pasión, la has utilizado de trampolín de conquista, y aunque tú no te des cuenta de eso, la gente que te rodea lo puede notar, y eso no demuestra ninguna madurez en  ti -respondió con su mirada de seguridad.

    Sentí que sus palabras llegaron a mi pecho como dardos.

    -Discúlpame Hanna, nunca creí... -me interrumpió.
   -Nunca creí nada Tom, me parece que eres un hombre muy adulto para continuar manejando tu vida como un juego de azar, aquí no estamos para jugar a las competencias entre mujeres, ésta no es una feria de caballos, aquí vinimos a trabajar y debes aprender que la lucha no es fácil, y para lograrlo, tendrás que empezar por tu actitud frente a la vida, frente a las mujeres. ¿No crees que ya es hora de que pienses en ti mismo? ¿En formas tu propio hogar? ¿Ponerle metas importantes a tu vida, más que estar pensando en seleccionar tu próxima víctima para pasar la noche? ¿No crees que ese juego se lo puedes dejar a la gente a la que no le enseñaron el respeto? ¿Te parece que eso es sano y te da algún tipo de credibilidad profesional? -en ese momento sentí como si estuviera con mi madre, a diferencia que, siendo Hanna una mujer que me atraía muchísimo, y tenía en alta estima, además de haber despertado en mí este nuevo sentimiento, lograba que sí la escuchara. Empecé a sentirme avergonzado por sus palabras, que aunque llegaron como puñalada para mis oídos, en el fondo sabía que eran ciertas, y lo malo de todo era que me había dado cuenta de mi estupidez demasiado tarde. Ya no había nada que hacer para remediarlo; sabía que me encontraba frente a una mujer muy madura que me bloqueó aquel segundo en el que descubrí que yo le interesaba en lo absoluto. Volví a beber de mi copa, para intentar refrescar las palabras que a continuación saldrían de mis labios, ya no había nada más por qué luchar, sin embargo, era mejor morir con honor en la batalla estando convencido de que había luchado hasta el último minuto.

   -Hanna, déjame explicarte, desde nuestra presentación siento que he cambiado, ese día te vi hermosa, déjame contarte algunas cosas que me han sucedido últimamente -le dije desesperado.
   -Tom, no necesitas contarme nada, sólo desmuéstratelo a ti mismo con tus propios actos, solo quiero que sepas que te quiero mucho, y deseo lo mejor para ti y me gustaría que mis palabras te sirvieran para que analizaras muy bien tu vida, tu conducta. Sé que en cualquier momento me lo vas a agradecer -lo dijo mirándome con ojos tiernos, se levantó de la mesa, me dió un beso en la frente, me sentí muy mal, estuve a punto de desmayarme, mi voz se escondió detrás de un terror, no se me ocurrió decir nada. Enmudecí.
   -Lo siento Tom, creo que ahora que pude decirte lo que pienso, tendrás que disculparme, quiero informarte que estoy realizando los preparativos de mi boda porque me caso en un mes -con esto me convencí de mi indefectible derrota, ya la noticia de confirmarme a mí mimos que era un total fracaso, no sería nada cuando escuché el nefasto y cercano acontecimiento de su vida.

   Aquella tarde, reiteré que mi vida hasta el momento había sido una mentira, que siempre quise engañarme para poder vivir a mis anchas como animal instintivo, que el verdadero valor humano nunca había sido importante para mí, que mi propio ego arrogante no me había permitido ver más allá de mis narices, que mi inteligencia era tan pobre, que nunca había sido capaz de identificar el verdadero valor de la mujer y su importante rol dentro de la sociedad, que era cierto que actuaba como infante que a sus treinta años todavía se siente joven y dueño del mundo para pisotearlo a su antojo, que me burlé de las creencias de mi madre y de su Dios impecable, sintiéndome más poderoso que Él, el mismo Dios de casi la mayoría la gente del mundo, el Dios me tenía aquella tarde sentado frente a una verdadera dama inteligente, valiosa por el solo hecho de ser mujer, además de ser la única persona en el mundo que logró ponerme los pies sobre la tierra para ayudarme a aterrizar, y hacerme comprender que mi vida hasta el momento había sido una fantasía, una falacia, una burla, un verdadero circo, que yo si era un perfecto payaso al igual que todos mis amigos y muchos de la mayoría de los hombros del mundo, que aún continuaba pensando a cualquier edad., que aún tienen el poder sobre la mujer por su dinero, porque creen que todo lo compra, y no es cierto, pues yo nunca podría comprar a una mujer como Hanna y ellos nunca podrían ser superiores aunque se sintieran poderosos por el hecho de ser hombres.
   Me levanté de la mesa con la mente despejada, me dirigí a mi hogar, ahora sí había comprendido que Marie, (Name), Alice, Cecilia, Stephanie. Kristen, Brenda, Roxana, Hailee, Rebeca, Rachel, Katy, todas las miles que le seguían en la lista de cualquier edad, color, creencias e incluso en sus actitudes, eran mujeres buenas, y que la maldad del planeta no estaba en ellas, estaba dentro de mí y de todas las personas que pensaran igual que yo. Solté una risotada, me burlé de mí mismo, de mi propio mundo, de mis pensamientos pasados; luego me miré al espejo, esta vez sentí que por fin me había liberado de mi propia prisión. Suspiré. Me acosté en la cama, cerré los ojos. Por algún tiempo no supe de mí.



Debido a que es muy largo el capítulo, en la siguiente entrada publicaré lo que prometí de los fics xd. Gracias pr esperar, leer y comentar, claro c: .

3 comentarios:

  1. Estoy sin palabras
    woow! me sorprendió mucho al fin su mente se ilumina xD
    me fascina espero leer mas
    cuídate mucho y gracias por tus comentarios en mi fic

    ResponderEliminar
  2. ay Tom ya te tocaba sufrir asi como lo hicieron esas que se entregaron a Tom..!!
    esta buenizima la fic.. siguelaaa prontooo espero con ansias que subas tu nueva fic :D
    espero que sea de Tom :P
    bye cuidate

    ResponderEliminar
  3. me encantooo
    ojalá que todos los hombres mujeriegos vivan esta misma esperiancia que la de Tom pobre ahora le tiraron un gran valde de agua fria de realidad xD
    espero el prox
    bye cte:)

    ResponderEliminar

Nos vemos en la siguiente escena.
Gracias :3