24 de marzo de 2013

VIGÉSIMA SEXTA ESCENA

Nunca antes me había encontrado tan angustiado por la espera. Por primera vez Hanna se retrasaba en llegar al ensayo. -¿Será que olvidó nuestra cita? -me pregunté. Media hora era demasiado tiempo para una mujer tan puntual como ella. Tenía muchos deseos de verla. -¿Estaría con otro hombre? -no puede ser, me dije para mis adentros, sintiendo un vacío terrible en el pecho. Traté de recordarla en escena, en nuestros ensayos pasados. No apareció. De repente asaltaron mi memoria miles de mujeres que se burlaban de mí; a algunas no las recordaba muy bien, aunque seguían siendo familiares dentro de mis recuerdos. Identifiqué a (Name), a Alice y a Stephanie. Me asusté cuando descubrí que todas las demás habían sido mías, al ver que se me apareció también la imagen de Mia; la niña con quien perdí mi inocencia, la identifique porque asaltaron mi mente aquellos gritos desconsoladores en el instante en el que le hice perder su virginidad, los dos nos encontrábamos en nuestro decimoquinto aniversario de vida. Me sacudí. Había tenido tantas mujeres en mi vida, que ya no las recordaba con claridad. Lo único que con certeza sabía era que todas eran bellas. Volví a pensar en Hanna, esta vez intenté verla como las demás, como una más dentro de mi lista de deleites. Tragué saliva y olvidé mis pensamientos cuando la vi llegar ahora sí descubrí que en medio de todas las anteriores ella era la verdadera. Me asusté. Nunca había detallado su escultural cuerpo, su figura perfecta, su cabello rizado, ojos color miel. Era la mejor. Sentí celos de macho cuando la vi entrar acompañada por un hombre, mi pulso se aceleró, nunca me había visto en el abismo de una pasión inalcanzable y mucho menos desplazado por otro hombre cualquiera. No podría existir en un lugar del mundo alguien que superara mi gallardía, mi generosidad a la hora de conseguir a cualquier tipo de mujer sin importar su edad, su estilo, e incluso sus creencias, como lo había hecho con Mario. En aquel momento me sentí desfallecer, no sólo al verla acompañada, sino al descubrir que nuevamente volvía a entrar en el limbo de mis propias fantasías femeninas, mi peor vicio, mi mayor debilidad. Ella llegó con una sonrisa que me incomodó:

   -Hola, Tom, te presento a mi hermano -descansé al ver que el destino estaba otra vez conmigo.

   A pesar de mi tranquilidad momentánea, empecé a sentirla inalcanzable, era su manera de ser que la convertía en la imagen de mujer ideal, perfecta, tanto para mis sentidos, como para mis sentimientos. -¿Qué cosas estaba diciendo? me pareció muy extraño este nuevo concepto de mujer. Ella siempre tenía su carácter en el mismo lugar. Amabilidad sumada a una seriedad indescriptible que la convertía en una mujer para conquistar. Intenté ganarme la confianza de su hermano, no pude lograrlo. Él se retiró de inmediato del lugar, Hanna se acercó a mi cuerpo y decidida a retomar nuestras clases, me dijo -hoy tengo todo el día para ti, debemos recuperar el tiempo perdido...
   Georg esta vez no pudo asistir, lo que me ayudó a descubrirme único entre los brazos de Hanna, su lacayo dentro del escenario. Como nunca antes antes lo había sentido en ninguna prueba, volví a convencerme de que el baile era una de las artes más exóticas de todas; un arte en el que el ser humano podía exaltar su magnificencia en comunicación directa con el Hacedor, tratando de sincronizarse con Él a través de la música. ¿Qué clase de pensamientos estaban invadiendo mi mente sólo por verla? Me sentí delirando, pero sin embargo, continué. Reconocí el baile como un arte demasiado erótico y sensual; un baile que ponía al hombre como el subordinado de la mujer; como debía ser, exaltando su belleza, su cuerpo perfecto y lo más importante, la semejanza con Dios al tener la facultad de procrear. A pesar de que estaba conciente de que estos pensamientos no formaban parte de mi personalidad, no me importó, sentí que esa sería nuestra oración, abrigué la esperanza de empezar a construir un vínculo sagrado con su cuerpo, con su energía, y por qué no, con su alma; quise creer que Hanna sentiría lo mismo en relación a mi energía, creí palpar su química compenetrándose con la mía, y de hecho lo logramos, pero únicamente en nuestra última hora de baile, cuando por fin pudimos compaginar en perfecta armonía nuestros cuerpos con la música y el baile. Íbamos al compás de nuestra imaginación que voló hacia las tribunas atascadas de gente en nuestra presentación oficial y nuestros ojos cerrados que se abrieron para descubrir que era realidad nuestro mutuo sentimiento. Estábamos en nuestro día, era nuestra presentación, y el público, que excitado nos aplaudía, era real; parecíamos la mejor pareja del año. Antonia se encontraba preciosa; su traje de bailarina le forraba la cintura, sus piernas se veían perfectamente delineadas, su cabello se encontraba agarrado en una moña de donde le caían unos cuantos mechones rizados. Era perfecta, parecía una mariposa bailarina, la culpable de que en ese precico instante despertaran en mis estómago las cosquillas de las que tanto me hablaron; me sentí electrizado. Me acordé del primer momento en el que decidí ingresar a la Academia a mis siete años, me acordé de Rachel, recordé mi excitación esa primera vez. A buena hora descubrí un sentimientos que empezaba a despertar dentro de mí y, contrario a mis anteriores ocasiones, esta vez no me pareció que mi cuerpo se estuviese sometiendo a una prisión, no; ahora percibí una libertad que me invadió de repente, me sentí feliz. Sentí que me enamoraba por primera vez.
   Hanna giró en la mitad del escenario, llegó hasta mí, tan cerca la sentí, tan mía, no pude ocultarme a mí mismo esa nueva sensación que empezaba a nacer en mi mente. Aquella noche entregué lo mejor de mí y logré que saliera perfecto nuestro acto. Terminamos nuestra danza, ella me abrazó y me regaló un beso en los labios como obsequio por mi mejor presentación. Lo agradecí infinitamente. No lo pude creer, por primera vez me sentí como adolescente inexperto y en realidad lo era en temas de amor. Aquella noche y las que siguieron, no pude dormir; remedio infalible para olvidarme de todas mis anteriores mujeres y poder darle la bienvenida a Hanna dentro de mi corazón.



*----* Tom :3.
Perdón la tardanza! u.u 
Adiós ;-)

3 comentarios:

  1. O.o Hanna?? Se enamoro de Hanna!!
    Y (tn)?? .. Awww siguelaaa..
    Me encanta la fic :D
    Bye cuidate

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  2. woooow!!!!
    Enamorado???
    esta genial de verdad que me encanta
    ya quiero leer mas
    cuidate mucho bye :)

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  3. :O Tom se enamoró??? enserio???
    quierooo saber maaasss
    espero el prox
    gracias por comentarme
    bye cte:)

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Nos vemos en la siguiente escena.
Gracias :3