9 de abril de 2013

VIGÉSIMA NOVENA ESCENA

Creo que empezaba a volverme loco por culpa de Hanna, cada hora que pasaba sin verla empezaba a angustiarme; pero ¿cómo haría para volver a tenerla cerca de mi? Mi cuerpo se estaba volviendo adicto a su aroma, a la piel voluptuosa de sus delineadas piernas, a su cuerpo esbelto, pero fuerte y volátil, a sus redondas caderas por donde viajaba mi imaginación, a su cintura tan pequeña y excitante, a su sudor. ¡Guau! Qué inspiración me producía aquella mujer esbelta y madura que a su vez aparentaba ser tan fría, pues nunca imaginó ni un ápice de mis intenciones de poseerla, nunca indentificó mi insaciable apetito por saborear cada poro de su fina piel blanca; ¡cuántas ganas despertaba en mi alma! ¡Qué horror! Por un instante, y en mí desesperada angustia por verla, me dirigí al teatro para ver si por casualidad me la encontraba, necesitaba buscar la manera para acercarme a ella, quería si saber si mi sentimiento era real y comprobar con mis ojos que no era sólo sexo lo que me unía a ella; esta vez tenía que fijar mi mirada en su rostro, específicamente en sus ojos, identificar su alma; su afinidad con la mía; y para eso necesitaba encontrar una buena excusa por tenerla cerca y demostrarle mis serias intenciones, mi real interés de amarla. Llegué al lugar con un poco de prisa, como so sólo me quedara un instante de vida para no dejarlo pasar sin ella, mi corazón latía con el sólo hecho de pensar que pudiera estar cerca. Era vital para mí lograr conseguir mi primera cita con Hanna.
   Ese día había mucha gente a la entrada del lugar, la luz del sol estaba empezando a despedirse por entre las curvas perfectas de las montañas del oeste, que en la distancia, coqueteaban como niña pura que deja entrever sus atributos pero sin permitir ser tocados siquiera en pensamientos; era la distancia mostrándose impotente con la luz del atardecer en sus últimos minutos, combinando la magnificencia de natura con mis propios ojos enamorados del amor y de la belleza. La gente se encontraba aglomerada en una larga fila que les daría la oportunidad de comprar un boleto para ver la temporada de teatro estudiantil, que se presentaría en los próximos días y donde se encontraban, juntas, toda la clase de improvisaciones e imaginación fresca de los jóvenes del momento.
   Dentro de la multitud, logré divisar un paisaje hermoso, era una mujer de aproximadamente cincuenta años, traía un vestido largo y elegante, parecía sacada de otra época, venía acompañada de un señor que se encontraba acorde con su edad y exhibía una elegancia tan exuberante como la de ella, la llevaba del brazo, y en el rostro mostraba un hálito de orgullo natural; de inmediato mis pensamientos volaron hasta mi última danza con Hanna, empecé a imaginarne acompañado por ella en el final de mis días, me transporté a una época inexistente, pero que anhelaba vivir. Mi vejez. Comencé a soñar con poder estar en mis últimos días de vida acompañado de una bella mujer como ella, maravillosa; el alma que abracé durante tantas horas de ensayo, el alma que mi corazón sentía que debía abrazar por siempre. De repente, desperté, y me dirigí a la taquilla.
   La multitud de jóvenes era demasiado grande, parecía ser la obra más importante de todas las de la temporada. Ingresé en el teatro y me llevé una de las peores sorpresas de mi vida. Ella estaba ahí. No pude creerlo cuando logré entrar en el recinto. Era Hanna, se encontraba enfrente mío, creo que por unos momentos me enceguecí de ira cuando vi lo que vi, mi pulso empezó a incrementar se número de latidos, mis pupilas se dilataron y las manos me temblaban, no podía ser que fueran mis ojos los que estuvieran presenciando aquella escena, no podía ser, ella se encontraba felizmente acompañada de alguien, era alguien que yo no conocía, nunca antes lo había visto, ni siquiera en la presentación de nuestro baile. Era un hombre de finas facciones, alto, esbelto, tez blanca y una sonrisa blanca. Como nunca antes, empecé a sentirme desplazado, y me pareció inaudito que fuera por culpa de un macho como yo.
   La angustia que me produjo la escena de Hanna con su amante era incalculable y muy dolorosa, empecé a sentirme impotente, estéril y tonto, no era posible que la mujer que me estaba volviendo loco estuviera acompañada, y con un hombre joven y apuesto, y lo peor de mi desgracia era que hacían una linda pareja, e incluso, se veían felices; él de repente entrecruzo sus dedos con los de ella y le dio un tierno beso en la mejilla, ella sólo sonreía mientras le brillaban los ojos de mujer encantadora.
   En ese instante mi mundo se vino al suelo, mi necesidad de tenerla cerca de convirtió en enfermedad; era como si al ver que la mujer que yo amaba, o por lo menos creía amar, se hiciera cada vez más atrayente para mí con el hecho de sentir que otro hombre sintiera la misma atracción hacia ella, era algo masoquista, irremediable y a la vez excitante, aunque todos mis amigos sintieran que era un mal incurable. Al menos eso fue lo que me dijo Carlos cuando al terminar la obra salí corriendo a buscarlo a su casa para contarle el suceso.
   Ella llevaba puesto un largo abrigo de piel de color beige que le bajaba hasta la pantorrilla y hacía un bonito contraste con sus delineados labios carmesí, mismos que en la distancia brillaban al compás de su transparente sonrisa, ¡qué hermosos dientes blancos tenía! Era un collar de perlas que reía; su cabello se encontraba peinado de la misma forma que había usado la última vez que la vi. Cuando me enamoré, su mirada brillaba. Nunca pude descifrarla, creo que fue por culpa de mi ansiedad, o más bien, mi repentina timidez, y aunque había tenido tantas horas de baile con Hanna, mirándola fijamente a los ojos mientras mis movimientos corporales avanzaban en la danza, nunca pude volver a detener la mirada en ella luego de nuestro último instante en la presentación final.
   El frío de aquel solitario atardecer dominical invadió mi pecho, y la noticia de verla a ella felizmente acompañada, acabó de silencia mis palabras, mi ego, incluso, mi voluntad. Pensaba seriamente en mi vida pasada, siempre reflexionando, buscando dentro de mis actos alguna consecuencia o resultado de mi actitud o de mi falta de decisión, mi tardanza. Concluí en aquel instante que el error estaba en mi falta de insistencia.
   A pesar de mi derrota decidí quedarme; la obra comenzó, yo reaccioné. Enfrente del escenario se paró un hombre disfrazado de bufón. Me olvidé de Hanna en ese momento para concentrarme en el primer acto.
   -"Soy un dramaturgo de ilusiones de papeles ficticios, soy un constructor de destrucciones, un hacedor de pasiones que con todo mi furor llegué a la tierra para procrear humanidad, y luego, por culpa de mi lujuria y de mi ambición, fracasé. Hoy me debato entre la vida y la muerte, y mientras más quiero vivir más pronto muero. Los paisajes naturales que me regaló mi Hacedor Supremo fueron cambiados por mi cerebro, mientras mi propia especie de animales pensantes empiezan a extinguirse lentamente, ordenada por mi dedo justiciero, y finalmente me encontré frente a frente con mi propio espejo, el mismo que reflejó mis miedos; y el entrono me mostró una sombra oscura, ésa es la misma sombra que a mi tiempo dejará mi paso por el mundo. Mucho fuego, mucha construcción, pero al final... sólo destrucción".
   Me pareció increíble la fuerza de sus palabras, era un actor que escondía su rostro tras el vestuario. Tuve la impresión de que su estilo pretendía regalarle al público una de las mejores burlas a toda la humanidad y sus contradicciones, nuestros pecados capitales, nuestra violencia interna, mezcladas dentro de un sin fin de colores de banderas pintadas con los colores del mundo, reflejados en al atuendo de un bufón. Qué carcajada solté en aquel momento en el que acto seguido, el auditorio se sintió enardecido y luego de un suspiro colectivo comenzó a reír a carcajadas y a aplaudir en una efusividad simultánea. ¿Desde cuando empezó a pasar por mi mente la palabra pecados? ¿Desde cuándo empecé a reflexionar acerca de la humanidad? Ahora sí me convencí de que por culpa de Hanna me estaba volviendo loco. La miré de frente, creo que me vio. Ya no pude volverme a concentrar.
   De repente, Hanna levantó su brazo en ademán de cortesía, y moviendo los dedos de arriba hacia abajo me saludó con una pequeña sonrisa que me permitió gozar hasta el infinito. Creo que me sentí como un verdadero estúpido, no supe si ése era el sentimiento que normalmente se debía despertar cuando existía un interés por una mujer; la verdad, nunca lo quise averiguar, me sentía ridículo al pensar que ni siquiera en mi etapa de adolescencia nunca lo llegué a sentir por alguna niña de mi edad. De inmediato, mis recuerdos me llevaron a otros tiempos y creo que en esas cortas imágenes que logré rememorar de mi subconsciente descubrí a Kelly, una niña que a mis doce años había despertado en mí sensaciones de placer por debajo de mis pantalones, cuando mi metamorfosis de niño a hombre apenas estaba haciendo su recorrido y convertía mi virilidad en cómplice de mis placeres nocturnales de los primeros días, incluso de los últimos. Pero dentro de aquello recuerdos, no alcancé a percibir ninguna sensación similar a la que Hanna en ese momento estaba despertando en mí, incluso, ni en la larga fila de mujeres que por mi lado pasaron me regalaron tantas noches de placer. Creo que luego de varios minutos de búsqueda dentro de mi mente, sí logré identificar con detalle el pequeño rostro de Kelly, la niña más linda que jamás había pisado las aulas de mi colegio; con detalle observé los pormenores de mi infranqueable memoria y descubrí que aquella niña que había despertado pasión en mi adolescencia era tan parecida a Hanna en su figura, que quizá era el descubrimiento de que era ella mi modelo de mujer perfecta; aunque la diferencia de sensaciones era tan grande en esa primera jovencita que cruzó mi vista t en esta última, llegué a sospechar que Hanna se estaba convirtiendo en la primera mujer, que creía, estaba amando. Aunque no supe si era cierta toda esa ráfaga de sentimientos.
   Mis extrañas convicciones, en segundos, me llevaron a analizar lo siguiente: Kelly, mujer de facciones finas cuyo modelo fue encontrado en un tamaño pequeño equivalente a su dad. Cabello castaño, largo y ondulado, piel rosa y marcas, ojos grandes color miel, nariz en punta, manos delicadas, voz sutil. cuerpo fino y de aroma inenarrable. Qué extraña combinación de obsesiones infantiles pasaba por mi mente en aquel momento en que mis recuerdos lentamente comenzaban a reconocer mis inconquistables deseos de niño y la perfecta combinación con Hanna realizaba al arribo de mis treinta año, cercanos a la cima de mi depresivo cuarto piso. Increíble descubrimientos: mis quimeras desde siempre no variaban dentro de la memoria de mi subconsciente, que en su trayecto hubiese podido quedar contaminado por innumerables mujeres que con rasgos parecidos, estuvieron en mis brazos añorando ser besadas en el altar de sus sueños. ¿Cómo pude ocurrir algo así? Sin embargo, algo sucedió justamente en el día de nuestra danza prístina, cuando el teatro de la ciudad logró vender hasta el último boleto de su temporada de baile. Siempre creí que aquel frío que acompañaba el invierno de esa estación. podría penetrar mis entrañas y lograr conservar en mi interior la naturaleza de hombre seductor e indestructible por el género opuesto, pero me equivoqué, todo lo contrario ocurrió, y mi intuición me dice que aquella energía que en el baile expulsamos de nuestros cuerpo, despertó una química acalorada y atrayente como el imán. ¿Sería la energía de Hanna? Me pregunté. ¿Sería mi propia energía? ¿Aquella que sentí estando cerca de su cuerpo? No lo sabía. Tendría que averiguarlo por mis propios medios.



¡Bateado! LOL Pobrecito :c
Adiós! ;-)

3 comentarios:

  1. de verdad que a Tom le pego duro el "amor"
    esta genial la historia me encanta
    espero leer mas pronto
    cuidate mucho bye :D

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  2. Pobre Tom!! :$
    pero le tenia q pasar le toca sufrir noo?
    Siguelaa esta muy interesanteeee!!

    Bye cuidate :D

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  3. hey! esta genial el capitulo! juro que me identifique con Tom enormemente u.u es duro ver a la persona que quieres con otra -.-´ si lo sabre yo! jejejeje pero no hablemos de mi vida, siguela! ya quiero saber con quien se queda Tom :/ adios c:

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Nos vemos en la siguiente escena.
Gracias :3