6 de abril de 2013

VIGÉSIMA OCTAVA ESCENA

Yo me encontraba en un lugar muy abierto, parecía una pradera. El verde era el color que me rodeaba; creo que en esta ocasión utilice la vista más que cualquier otro día. Verde, mucho verde, iba caminando entre altas yerbas puntiagudas y dolorosas para mi sentido del tacto, para mi piel desnuda, caminando entre animales diminutos que para mis ojos se hacían inmensos, compartiendo mi mundo, pero al mismo tiempo tratando de hallar el mío propio; de repente, divisé una luz brillante que encandiló mi vista y salí corriendo hacia ella, recuerdo mis pies cansados y mi cuerpo agitado en medio de aquella espera naturaleza, corrí y corrí muy rápido hasta llegar a donde se encontraba la luz que me llamaba; era la luz del teatro donde había bailado la última vez con ella. ¿Quién me había llevado nuevamente hasta donde Hanna? ¿Sería por una cita programada y olvidada a causa de mi ciega locura por tenerla cerca? ¿Acaso sería mi mente desesperada la única que me acompañaba en aquella cita? No lo sabía, tendría que averiguarlo con mis ojos. Tímidamente, ingresé al salón de baile, pero no estaba ella, recorrí todos los rincones pero tampoco pude verla; nunca encontré a nadie diferente a mí mismo. ¿Qué diablos estaba ocurriendo? Corrí, y en mi desesperación por no sentirla cerca encontré a un señor que me pidió el boleto de entrada o salida, mi mente no identificaba sus palabras; busqué entre mi ropa y me descubrí desnudo, y aquel hombre me tomó del brazo y me llevó hacia la puerta de salida, lo único que recuerdo es que de inmediato empecé a llorar como un niño cuando no encuentra a su madre, sentí infartado mi corazón, en ese instante abrí los ojos y una hermosa mujer, vestida de blanco, me dijo bienvenido de regreso. De repente no supe qué pasaba en mi entorno; empecé a ver algunas personas rodeándome: un viejo compañero de baile, Carlos, mi madre, y cuando terminé de despertarme, descubrí que estaba acostado en una asquerosa cama de hospital, totalmente blanca, las paredes blancas, las sábanas que me cubrían también eran blancas, la enfermera, el doctor, todo era horriblemente blanco, me senté de un salto y pregunté: -¿qué me está pasando?

   -No se preocupe, que ya está fuera de peligro, mi nombre es Karla, soy su enfermera; estuvo a punto de dejarnos luego de que lo encontraron tendido en el suelo por causa de una hipotermia; de milagro, su amigo iba caminando por el andén donde usted se encontraba y lo trajo rápido a este sitio -intervino la enfermera mostrando su sapiencia en temas de medicina. Estaba bellísima.
   -Muchas gracias -le dije sonriendo-.Y tú, Carlos, ¿qué haces aquí? -intervine mirándolo con cara de sorpresa.
   -Recogiendo tus pedazos, todavía no entiendo qué estaba haciendo en ese sitio -me dijo mi amigo.
   -Es un asunto muy largo de explicar, luego te cuento qué pasó, ahora no aguanto estar más aquí, necesito que me ayuden a salir de este horrendo lugar -lo dije con una mirada de asco.

   El solo hecho de sentirme en aquel sitio, con aquel olor tan penetrante de limpieza, me ponía en una situación difícil de soportar, definitivamente era una mezcla horrible  de descomposición muy bien aseada con fuertes limpiadores, que por un puros que parecieran, nunca sacarían toda la enfermedad y toda la tristeza que se encontraba hacinada en aquel horrendo lugar, bacterias y virus invisibles que contaminaban mi respiración; creo que esa repugnante manera de pensar nació de mi inconfesable terror a la muerte, que con sólo sospechar de que pudiese estar cerca de mi vista, me inundaba de pánico, de todas maneras, creo que no era justo pensar de esa forma, sabía que la labor social era bastante importante, y a lo mejor, quizá yo algún día tendría que recurrir a un lugar como ése, pero mientras más lo pudiera evitar, aportaría más para mi salud mental.
   De inmediato salí del hospital, creo que mi vida cambió, me sentí como Lázaro, el resucitado; por un instante se le olvidaron las razones que me llevaron a ese lugar, nunca supe si de verdad, el hecho de sentirme enamorado, aunque fuese de un fantasma, me mostraría la comprobación de la realidad de la poesía romántica, cuando reafirma constantemente la presencia de la locura dentro del amor, y creo que eso fue lo que pasó, nunca me importaron las consecuencias que tendría al continuar conviviendo con mi locura de amor.



Ay, Tom: ahora si te pegó fuerte el amor xD.
Adiós ;-). 
PD: Virginia, así es: ahora está enamorado de Hanna; a (Name) solo la quería por aquello (1313) LOL.

3 comentarios:

  1. Ay Tom!!
    Esta buenizima la fic :D
    siguela prontoo..
    Bye cuidate

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  2. awww Tom se enamoró
    espero que le funcione xD
    ya tambien escribo una fic de Tom
    http://tuamoresdementiratkth.blogspot.com.ar/
    sé que te gustará
    bye cte:)

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  3. wooowww!!1
    Tom esta pero bien enamorado xD
    Me encanta espero el proximo
    cuidate bye :D

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Nos vemos en la siguiente escena.
Gracias :3